jueves, 18 de febrero de 2010

El cuarto de los sueños perdidos

Ejercio de literatura- Basado en la canción La Nena


–“No, por favor, no”, dijo Julieta con un miedo palpable y sin poder pronunciar una sola palabra más. Pero su cuerpo perplejo y su rostro que reflejaba una angustia incontenible, lo decían todo. Sin atender las súplicas , uno de los secuestradores, se arrojó sobre ella, tapándole la boca. A partir de ese momento todo su vida cambiaría. Todos los sueños que construyó se transformarían en una pesadilla; el mundo que alguna vez soñó, en la ausencia completa de felicidad.

Transcurría 1974, un año marcado por la tensión social. La situación era alarmante. Si bien estos problemas venían ya desde los primeros años de la década del ´70, todo se potenció en 1974 cuando Perón echó a los montoneros de la plaza de Mayo. Y cuando Isabel Perón asumió, estalló por completo el conflicto. En medio de esta situación, Julián Tocanelli, luchaba por mantenerse al margen , después de todo, él era sólo un empresario exitoso, sin vinculaciones políticas.

Un día más llegaba a su fin. Julián se acercó a su mujer, susurrándole palabras sensuales al oído. No podía resistirse. El vestido de chanel con un escote imponente, el perfume y esa manera de caminar, creaban un ambiente exótico. A pesar de haber estado casados por más de diez años, la pasión seguía intacta, es más, se acrecentaba. Sin poder aguantar un sólo minuto más le dijo a su hija, Julieta, que se vaya a dormir. Ambos tomados de la mano la acompañaron al cuarto. Ella se durmió soñando en un mundo que luego se desvanecería. Julián y Florencia miraron ese rostro , perdido en la inocencia, en los sueños, en lo mágico.

Sigilosamente se retiraron del cuarto, besándose, y deseándose. Cuando por fin llegaron a la habitación, Julián la envistió en reversa sintiendo cada parte de sus corvas suculentas. Aún se amaban como la primera vez, y esa noche juntaron sus almas, entregándose al amor.

El reloj, marcó las seis y cuarenta y dos minutos. La niñera con el acento clásico que la caracterizaba, despertó a Julieta. Lo primero que hizo fue recitar la oración de siempre para cumplir con Dios, acto seguido en el pecho se dibujó la cruz. Luego se cambió, y se dispuso a despedir a sus padres. Con la sonrisa característica de ella, saludó al chofer que fue a buscarla para llevarla a la clase de inglés . Cuando de repente....

Todo se tornó ambiguo, con la boca semiabierta, se quedó parada. Los libros cayeron al suelo, produciendo un ruido aterrador en medio de aquella incertidumbre. Como una vida que llega a su fin, los manuales cayeron , produciendo un ruido que retumbó en el suelo. No podía comprender lo que sucedía. No podía ni siquiera mantener la mirada fija, sino que se perdía; no quería ver la realidad. Pero al sentir que alguien se acercaba, haciendo un esfuerzo único, dijo, “ no, por favor, no”. Pero sus palabras no fueron escuchadas, el secuestrador le tapó la boca. Y ya no podía hablar, ya no podía luchar, ya no podía sentir....

Transcurrió el tiempo, y la esperanza se fue alejando de los muros... Julieta perdió su sonrisa, y su expresión gestual era demoledora. No demostraba bronca, rencor, sino indignación. Ya no veía la diferencia entre el bien y el mal, entre estar despierta y dormir. El mundo la había cambiado...

Los secuestradores le producían todo tipo de maltrato, no sólo físico sino psicológico. Julieta había sido transformada en un ente, seguía viva pero la habían matado por dentro. Era sólo un cuerpo produciendo movimientos lentos, ya que estaba debilitada, habían pasado tres meses del secuestro y adelgazó seis kilos.

Luego de arduas negociaciones, se llega a un acuerdo. Después de tanto luchar para no alterar a los secuestradores, para que mantengan la calma, Julián vuelve a pensar que hay una luz en medio de la oscuridad penetrante. La entrega no se había podido llevar a cabo anteriormente, por la intervención de los militares y la policía, que tomaron este caso como un prototipo. Los secuestradores empezaron a sentir miedo y la entrega no se realizaba. Si bien Julián no tenía vinculaciones políticas, el suceso ocurrió dentro de un marco de sucesivos secuestros y asesinatos y los montoneros necesitaban plata para comprar armamento. Además el impacto de secuestrar a la hija de uno de los empresarios más reconocidos de la Argentina, era impactante.

Llega por fin el día de la entrega, todo parece estar dado para que Julieta vuelva con su familia, pero algo cambia el rumbo de los acaecimientos. Julieta por fin sale del cuarto donde había permanecido diez meses. Un cuarto en donde no se veía la luz, y donde Julieta había permanecido en condiciones inhumanas. Julieta abandona el cuarto, pero le cuesta caminar. Finalmente llega al comedor en donde se encontraban los hombres que habían construido el peor mundo posible.. De repente...

-“Tenemos la guita, todo salió bien”, entró diciendo uno de los montoneros. “Suelten a la chi...”. “No..., no, no lo puedo creer decía tartamudeando. ¿Por qué fueron tan estúpidos de traerla para acá, antes de que les diera la orden?
- “Nosotros”...
- “Cállense, ya es tarde”. El secuestrador arrojó el bolso y sacó una pistola.
- “Nosotros te queríamos, Pedro, ¿por qué me hiciste esto” ?, dijo Julieta, con sus últimas fuerzas, recociendo a su tío, Pedro .No lloró, pero su rostro pálido, y la manera sutil en que pronunció esas palabras, conmovieron un poco a su Pedro.
- Perdóname, pero esto nunca lo entenderías. No es tu lucha, y sos muy chica para comprenderlo. Con el arma la apuntó.
- “Quiero a mi papi”, dijo, y esta vez una lágrima fue bajando sobre su rostro.
Su vida igualmente había sido perdida mucho tiempo atrás, cada día que pasaba un sueño moría. Y un día ya lo había perdido todo.

domingo, 14 de febrero de 2010

Ejaugnel

Las palabras se deslizan suavemente en la mente,
Cuan rítmicos sonidos,
Mientras que las imágenes con fervor arremeten
Contra la cúpula de la imaginación.

Quieren salir de la percepción,
Para transformarse en idea.
No se pueden controlar,
Sólo sentir.

“No me maten”, expresa lúgubremente
aquel ser apodado Ejaugnel.
Ya sé que soy como un zorro,
Astuto nunca me dejo controlar

Pero deben saber una cosa,
El sueño es mi dominio,
Las palabras mi fuerte,
Las metáforas mi desvelo

Al fin y al cabo, ¿cuándo soñamos?,
¿Cuándo estamos despiertos?
Las palabras son lo escrito de los sueños,
Lo mágico de lo irreal

Muchos hablan de mí,
Pocos me sienten.
Todos me usan,
Nadie me quiere.

He aquí que he perdurado en el tiempo,
Y vaya que he recorrido mil mares y navegado mil ríos,
Pero aún siento como la primera vez,
Cada sutil y frágil palabra que se escabulle en silencio del ocaso.

No sé si pretendo demasiado,
Pero ¿cómo explicarle a mi cuerpo y mi alma?
Que todo como dijo Parmenides cambia.

¿Cómo poder resignarme a mi misma muerte?
La mecanización de la escritura,
La deformación del lenguaje,
Verdades que no quiero ver

Sé que no soy presa fácil,
Dominarme se asemeja a una utopía,
Pero deben saber que quien logra,
Llega al trofeo más ansiado.

No me maten, úsenme,
Y dejen que mi cuerpo y su mente,
como una enredadera,
se fusionen en la atmósfera de lo inverosímil
En lo increíble de las fábulas